El consumo de productos naturales en el mercado actual, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, muestra un crecimiento acelerado en los últimos años. El aumento significativo de la demanda mundial por productos naturales que promuevan la salud tanto en alimentos como en medicamentos, así como en cosméticos, impulsa la búsqueda de materias primas naturales. En este sentido, la naturaleza representa una fuente importante de recursos para dicho mercado en expansión.
La utilización de productos naturales ha tenido un papel relevante desde el desarrollo de las bases de la medicina tradicional hasta la actualidad. En este contexto, con respecto a los medicamentos, muchos de los fármacos que se utilizan actualmente en la terapéutica han tenido su origen en la naturaleza, ejemplo de ello son la morfina utilizada como analgésico, aislada a partir de Papaver somniferum en 1806 y la quinina aislada en 1820 de la corteza de Cinchona calisaya, utilizada para el tratamiento de la malaria. A pesar de los avances y del desarrollo de la química farmacéutica sintética, los fármacos derivados de fuentes naturales siguen teniendo una posición destacada: más de un 50 % de los productos farmacéuticos en uso hoy en día derivan de productos naturales o tienen conexión con ellos.
El aumento significativo de la demanda mundial por productos naturales que promuevan la salud, tanto en alimentos, medicamentos y cosméticos, impulsa la búsqueda de materias primas naturales.
La concientización global de adquirir hábitos más saludables ha incrementado también la demanda por alternativas naturales en las industrias cosmética y alimentaria. Así, el desarrollo de la cosmética natural promueve el uso de productos que incluyen principios activos naturales, a diferencia de la cosmética tradicional que utiliza ingredientes químicos y sintéticos que pueden afectar la piel y el medio ambiente. De manera similar, la industria alimenticia aumentó la necesidad de optimizar el uso de aditivos, impulsando la implementación de sustancias activas de origen natural, como los antioxidantes naturales utilizados para retrasar el deterioro de los alimentos. Sumado a ello, el empleo de alimentos funcionales y nutracéuticos también ha reflejado su importancia en la prevención y el combate de ciertas enfermedades.
Uno de los desafíos que se plantea en la actualidad es el de satisfacer la demanda de materias primas naturales a las distintas ramas de la industria. En este sentido, una problemática para tener en cuenta cuando se emplean recursos naturales en la obtención de nuevos principios activos es racionalizar la pérdida de biodiversidad que puede implicar un impacto negativo para el medio ambiente. Así, el aprovechamiento de desechos agrícolas y malezas surgen como recursos abundantes, biorrenovables y de bajo costo con potenciales compuestos bioactivos en cantidades suficientes, salvaguardando el uso sostenible de los recursos naturales. Cada año, a nivel mundial, se producen grandes cantidades de desechos resultantes de la producción agrícola, impactando en el medio ambiente y en el sector socioeconómico.
Más de un 50 % de los productos farmacéuticos en uso hoy en día derivan de productos naturales o tienen conexión con ellos.
En América se estima que se generan alrededor de 300 millones de toneladas anuales de desechos agrícolas. Aproximadamente 90 millones de esos residuos se generan en la Argentina. En la actualidad, los residuos agrícolas son utilizados para la producción de bioenergía, la alimentación y el mantenimiento animal, la construcción y la industria, entre otros usos. Como ejemplo, el orujo de la uva, considerado como desecho agrícola, subproducto de la fabricación del vino (conformado por la cáscara, la pulpa, las semillas y los tallos), representa una fuente importante de moléculas con actividad que incluyen compuestos fenólicos como resveratrol, quercetina y antocianinas, fitoesteroles, tocoferoles, fibras dietéticas como lignina, pectina y celulosa, carotenoides, ácidos grasos, minerales como hierro, fósforo, potasio, zinc, manganeso, calcio, magnesio y cobre, y vitaminas, principalmente las vitaminas E, A y C. Estos compuestos son ampliamente utilizados en diversas industrias, como la industria alimentaria, la cosmética y la farmacéutica.
En América se generan alrededor de 300 millones de toneladas anuales de desechos agrícolas, de ellos unos 90 millones se producen en la Argentina. Representan una fuente importante de moléculas con actividad y son ampliamente utilizados en las industrias alimentaria, cosmética y farmacéutica.
Por su parte, el uso de desechos agrícolas como fuente de compuestos fenólicos resulta de gran interés dado el efecto beneficioso que presentan para la salud humana, principalmente debido a sus propiedades antioxidantes y en la conservación de los alimentos. Así, los residuos generados por actividades agrarias pueden ser aprovechados como materia prima para la generación de diversos productos de aplicación e importancia industrial. A su vez, constituye una alternativa de producción sustentable y una opción para la disposición de los residuos, reduciendo así los impactos generados a raíz de su producción.
En cuanto a las malezas, en su mayoría son plantas exóticas provenientes de otras regiones y que han sido introducidas por el hombre. Se trata de plantas a menudo invasoras, y en consecuencia, su cosecha no afectaría a la naturaleza autóctona. Un número importante de plantas consideradas malezas son comestibles. Se estima que de las 17.000 especies comestibles que existen en el planeta sólo se consume el 1 %. En Sudamérica se encuentran registradas aproximadamente 500 malezas comestibles en el Cono Sur. Rúcula, diente de león, tréboles, flores de caléndula, verdolaga, ortigas, berro, cardos y malva son algunas de las malezas comestibles más conocidas. Según investigaciones desarrolladas en la Facultad de Agronomía junto con la cátedra de Bromatología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, la verdolaga posee alto contenido de ácidos grasos Omega 3, provechosos para la salud. Asimismo, el uso de preparados fitoterápicos de diversas malezas para el tratamiento de afecciones que van desde hipertensión arterial, trastornos digestivos, hepáticos o biliares, tratamiento de heridas, traumas, contusiones, úlceras e inflamaciones resultan habituales.
A nivel agrícola, las malezas constituyen un factor importante en la reducción del rendimiento de los cultivos. Si bien existen en el mercado herbicidas sintéticos como soluciones para el control de malezas, las estrategias basadas en el manejo de las mismas en los sistemas de producción también son consideradas. Así, por ejemplo, es habitual la inclusión de cultivos de cobertura como forma de integrar el manejo de las malezas con el de los nutrientes, brindando a su vez beneficios adicionales para el agrosistema como fertilidad, biodiversidad y retención de la humedad del suelo.
Por lo tanto, teniendo en cuenta la creciente demanda del mercado actual relacionada con el empleo de activos naturales y el impacto negativo que implicaría la pérdida de biodiversidad para el ambiente, junto con el impacto ambiental y económico generado por las grandes cantidades de desechos resultantes de la producción agrícola y las marcadas pérdidas de rendimiento de los cultivos debido a la competencia de las malezas, impulsar el aprovechamiento de los desechos y las malezas para satisfacer las demandas del mercado cobra relevancia. En este contexto, estas problemáticas han despertado en la comunidad científica la necesidad de focalizar sus investigaciones en el aprovechamiento de sus cualidades, con el fin de identificar y aislar compuestos naturales con aplicaciones en las industrias farmacéutica, cosmética y alimentaria. La explotación de desechos agrícolas y malezas resultan, así, fuentes abundantes de recursos biorrenovables y de bajo costo, beneficioso tanto para el medio ambiente como para la economía.
Farm. Aldana M. Corlatti. Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA) (UBA-CONICET) y Cátedra de Farmacognosia – Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires. [email protected]
Dr. Orlando G. Elso. Unidad de Microanálisis y Métodos Físicos en Química Orgánica (UMYMFOR) (UBA-CONICET) y Cátedra de Farmacognosia – Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
Dra. Laura C. Laurella. Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA) (UBA-CONICET) y Cátedra de Farmacognosia – Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
Dra. Valeria P. Sülsen. Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA) (UBA-CONICET) y Cátedra de Farmacognosia – Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
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