La situación actual generó un escenario incierto e imprevisible en todos los ámbitos y niveles educativos. Presencial, virtual, sincrónico, asincrónico, remoto, bimodal son palabras que están muy presentes en la agenda hoy y que resuenan y movilizan. ¿Presencialidad y virtualidad son opuestos? ¿Qué implica cada uno? ¿Se puede “estar presente” de manera virtual? ¿Se puede estar “ausente” de manera física?
Recuerdos con imágenes de lo inesperado
La muestra Liminal de Leandro Erlich, presentada en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires entre el 5 de julio y 27 de octubre de 2019, desafió los bordes y los límites de los espacios. Me recordó las escenas de un aula donde se desdibujan los límites de paredes y ventanas donde, en juegos ópticos, se proyectan objetos y personas que no se distinguen en qué espacio físico se encuentran.
Tal como se presenta la muestra: “Liminal refiere a una zona existente en el umbral de otro espacio, remite a la posición de estar a punto de cruzar hacia o entrar en un lugar o estado de existencia específicos, pero sin llegar nunca del todo. Oscilar en el borde liminar de una experiencia sugiere que siempre estamos atrapados entre una realidad previa, que ya ha sido dejada atrás, y una nueva que nos invita y está cerca, pero que nos deja varados si nos demoramos”. (Dan Cameron, curador).
La experiencia previa a la pandemia en nuestra Facultad, como en tantas otras instituciones educativas de distintos niveles educativos en nuestro país, permitió sentar las bases de un encuentro enriquecido para recorrer la enseñanza en el confinamiento. Por diferentes circunstancias, formación docente; recursos humanos de calidad; inclusión digital; equipos de trabajo de diversas áreas; autoridades que sostienen las decisiones que se toman con acompañamiento; recursos de diversa índole a disposición; buena comunicación al conjunto de la comunidad educativa, son algunos de los aspectos que observé durante la pandemia que permitieron sostener las propuestas educativas con los reacomodamientos necesarios de la manera más adecuada posible. Este año y medio se hizo visible que la solidez del trabajo colectivo era la base para afrontar los desafíos de la educación en pandemia.
Confusión generalizada
¿Cuántas veces escuchamos a los estudiantes decir en las abarrotadas aulas de las universidades “soy sólo un número, nadie me conoce” y, al mismo tiempo, hemos reconocido que aun en el marco de la educación a distancia con grupos numerosos los alumnos reconocen que el trabajo es más personalizado que en la presencialidad?
Reconocemos la importancia de la presencia que tienen otros en nuestra formación, y aquí presencia no la tomo como sinónimo de enseñanza presencial. Hemos visto en este tiempo cómo se puede estar muy presente con distancia física y ausente en la presencialidad. Se trata de presencia que influencia acciones de principio por parte de los estudiantes. Se confunde hoy presencia con presencial, así como se contrapone sincrónico con asincrónico en las propuestas de enseñanza.
Priorizar y focalizar
Si bien son dos cuestiones que toda planificación educativa anticipa, con la pandemia esto se convirtió en principio obligado. Los docentes se vieron compelidos a profundizar contenidos dejando de lado la extensión. Resulta importante considerar y priorizar aquellas prácticas que difícilmente puedan ser reemplazadas por la virtualidad, por ejemplo, las prácticas de laboratorio. En este sentido, pensando en la evaluación, las prácticas de examen pueden ser reemplazadas por dispositivos mediados por tecnologías digitales que permiten seguir prácticas de evaluación en la virtualidad. De esta manera, en este momento es posible priorizar la enseñanza, el currículum y la profundización de contenidos.
Superar la dicotomía de lo virtual vs. presencial
En la actualidad es necesario organizar y pensar lo virtual y lo presencial no como contrapuestos sino como un continuo y parte de un mismo proyecto pedagógico que se mantiene, desarrolla y sostiene en ambos espacios. Cada uno con distintas dinámicas de trabajo, con particularidades específicas pero que se integran en un mismo proceso de aprendizaje en pos de llevar adelante la tarea pedagógica de una manera potente y enriquecedora.
Más allá del formato que nos toque atravesar de acuerdo con la situación epidemiológica y las decisiones jurisdiccionales y acorde con cada nivel educativo, privilegio el proyecto educativo y académico con la certeza de que es la propuesta la que sostiene el encuentro, el vínculo, la enseñanza y los aprendizajes. Es así que la apuesta y la convicción están en promover experiencias de aprendizaje valiosas que generen nuevos sentidos.
En esta línea, nuestra Facultad hace tiempo se viene preparando y organizando para dar respuesta a cada escenario posible priorizando la continuidad pedagógica de todos nuestros estudiantes y la formación continua de nuestros docentes. Para ello, contamos con plataformas virtuales, computadoras, y otros dispositivos que nos permiten tener la Facultad siempre abierta sea a través de las puertas físicas o virtuales sosteniendo un espacio de vínculo y encuentro potente para todos los estudiantes.
En relación con las escuelas hoy, pienso que las prácticas de enseñanza deben ocurrir al mismo tiempo en lo físico y en lo virtual, independientemente de que los edificios estén abiertos o cerrados. Hay que salir de la discusión dicotómica entre presencialidad vs virtualidad, es inconducente. Lo que debiera orientar el aprendizaje de los alumnos es la propuesta pedagógica. La situación epidemiológica puede ir cambiando y esto genera que las escuelas tengan clases presenciales una semana sí y otra no, por ello, no puede suspenderse la escolaridad.
Sin dudas este es un año de enormes desafíos que nos invitan a reformular, conciliar y consensuar, a reconfigurar y rediseñar la escuela y la universidad. Es mi profundo deseo que la situación epidemiológica amaine y podamos estar físicamente el mayor tiempo en el establecimiento nuevamente. Mientras tanto sostenemos el proyecto y la propuesta pedagógica con la misma convicción con la que lo venimos haciendo. La presencialidad y virtualidad serán un continuo más o menos intermitente que nos permitirá sobre todo desarrollar el mejor proyecto académico posible. Esto es lo irrenunciable.
Mi anhelo es pensar que el futuro próximo nos encuentre recreando la enseñanza en todos sus niveles en donde pueda transcurrir entre lo presencial y lo virtual, teniendo en cuenta que si nos demoramos no quedemos varados.
Marilina Lipsman es licenciada en Ciencias de la Educación, especialista y magíster en Didáctica por la Universidad de Buenos Aires. Directora del Área Pedagógica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
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